El metaverso es un término popularizado en las últimas décadas, derivado de la explosión tecnológica que inició y crece paralelamente con el siglo XXI. La popularidad del vocablo se genera a partir de la publicación de la novela Snow Crash en 1992, obra escrita por Neal Stephenson. El personaje principal Hiroaki Hiro —repartidor de pizza— muestra una doble personalidad, una se plasma en el mundo real y la otra en un mundo ficticio —mundo virtual—, como el metaverso.
🚨🇰🇷 In South Korean a mother visits her dead 7-year-old daughter in the #Metaverse VR. 💔
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— Terror Alarm (@Terror_Alarm) October 22, 2022
La nueva forma de «ambiente» que se construye en el Internet y que cada vez se asimila más a la realidad es conocida como metaverso. Es un entorno virtual en el que las personas pueden realizar diversas actividades como trabajar, jugar, e interactuar con otras personas, entre otras; para lograr este efecto es necesario de dispositivos que sean compatibles con la realidad virtual. Este universo digital trata de asimilarse al mundo físico, creando un nuevo mundo en el ciberespacio.
El periodismo como disciplina fundamental para el desarrollo social del ser humano, durante los últimos años se ha adaptado a los diferentes formatos de comunicación, integrando las diversas herramientas que la tecnología le ha permitido utilizar. Con el surgimiento de la imprenta en 1440 los periodistas innovaron en la transmisión de la información, y con la llegada del Internet también se modificó lo establecido por la segunda revolución industrial, dando paso a la tercera y cuarta generación tecnológica.

Con la llegada del metaverso como tecnología «popular», el periodismo ha optado por sumergirse en esta nueva herramienta que presupone mejores formas de contar historias —con enfoque periodístico—, muchas de ellas se fundamentan en el storytelling. La óptica de esta innovación proyecta muchos beneficios para los periodistas, pero ¿será todo color de rosa?
¿Cercanía o lejanía con la audiencia?
La construcción de un espacio virtual y paralelo a la realidad ofrece la oportunidad al periodismo de brindar un contenido que se fundamente en los principios informativos, pero potenciando la relación con la audiencia. El público tendrá la oportunidad de informarse con la tecnología existente que lo traslade al lugar de los hechos, posiblemente sea con fundamento en los avances científicos de las imágenes 3D.
Esta oportunidad podría convertirse en una desventaja para la función informativa, porque daría paso a un mundo virtual carente de relaciones sociales que desvirtúe la dignidad humana, derivado de la «costumbre» de visualizar hechos digitales. No existirá la empatía por lo que le sucede al otro. Pero, para que este panorama negativo suceda es necesaria una inmersión completa en el metaverso.
Más falsedad en el mundo virtual
La ética periodística será la «virtud» necesaria para garantizar un ambiente «informativo saludable» que mantenga la búsqueda incansable por la verdad en el metaverso. La facilidad de construir interfases que representan la «realidad» podría favorecer la difusión de fake news, creando una desconfianza en la audiencia. Sumado a ello, los intereses económicos y políticos podrían condicionar el enfoque periodístico de cada contenido que se difunda en o con la ayuda del ciberespacio, porque estos sectores son los que tienen más poder adquisitivo para comprar y construir en la realidad virtual.
